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La historia de Raquel y la hiperhidrosis

Hiperhidrosis
Hiperhidrosis

Soy una chica con hiperhidrosis palmar y plantar, quizá en una forma leve comparada con algunas historias que he leído. He llevado una vida absolutamente normal, he entrado, he salido, he tenido pareja, ahora estoy casada y tengo dos hijos. Creo que el sudor no me ha condicionado porque básicamente lo sufro en verano, es una cosa extraña. Cuando llevo calcetines no me sudan las manos, parece algo contradictorio pero suele ser así, a no ser que haga mucho calor.  

Cuando era más joven no era muy consciente del sudor, mis primeros recuerdos se remontan al día de mi primera comunión. Tenía que leer un texto muy largo y el papel acabó deshecho en mis manos. Yo pensaba que era algo que le pasaba a todo el mundo. Luego en el instituto y en la universidad pues lo típico, hacía los exámenes con un Kleenex debajo de la mano de manera normal. Saqué el carnet de conducir cayéndome gotas de las manos por la sudoración excesiva, hiperhidrosis. 

Afecta nuestro entorno laboral

Parecerá una tontería, pero el tema del sudor me empezó a afectar más en el momento en el que pusieron en mi centro de trabajo un aparato de estos que te leen la huella digital para poder fichar. Llegó el verano y las manos como cada año empezaron a sudar y no había quién fichara. De entre unas cien personas que trabajamos, la única que no podía fichar era yo y el hecho de no poder hacerlo y tener que ir al departamento de personal cada vez que quería entrar y salir del centro me generaba más sudor. Al final encontré algunos trucos que me sirvieron; lavarme las manos antes, secármelas y coger un poco de papel de cocina (es mejor que los Kleenex) y pasármelo por el dedo antes de ponerlo en la dichosa maquinita.  

Más o menos lo he ido llevando bien, pero me he ido privando de ciertas cosas, y se han ido sumando y son muchas: No apuntarme a pilates por no estar descalza y manchar las alfombrillas, no ir al fisio a curarme un esquince para que no me toque los pies, que mi hija no me quiera dar la mano porque la tengo sudada (esto último me duele mucho), la vergüenza que me da cuando tengo que dar la mano a alguien debido a mi trabajo.  

Decidí encontrar la solución a este problema de sudoración excesiva y así fue. Actualmente, le doy la mano a mi hija me dice: «Ya no te sudan las manos mamá», y el que me de su manito me hace muy feliz.  

No es justo vivir con esta enfermedad, pero es lo que nos ha tocado, y sólo tenemos esta vida, no merece la pena amargarnos por esto, al que no le guste que no mire, a las personas que de verdad nos quieren no les importa que nos goteen las manos o que encharquemos los zapatos. Creo que ser positivo es muy importante.

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